Un hombre cualquiera de mediana edad
nos relata los acontecimientos de una noche, aquella en que espera a que
regrese su mujer de una clase de pintura. Esta novela nos mete en la psicología
de Julián, escritor de domingo, profesor de literatura, en sus fracasos, en su
mediocridad, en su ansiedad por la llegada de Verónica.
En lo que transcurre la noche,
mientras duerme a Daniela, hija de Verónica pero no de Julián, él nos presenta el
mundo que lo rodea como si estuviese estático en un tiempo que se dilata poco a
poco. Esta sensación ralentizada de la historia nos envuelve y nos atrapa desde
las primeras líneas en el primer capítulo que transcurre todo dentro de la casa
donde convive la pareja con la niña, hasta las últimas páginas del segundo capítulo que ocurren a las afueras del
colegio donde estudia Daniela y bajo la lluvia.
Julián nos dice que esta es una
historia donde no existen enemigos, a pesar del tiempo dilatado de la historia
en una noche la rapidez con la que salta de una imagen a otra nos lleva con
musicalidad a seguir sus pensamientos, a conocer detalles de él, de Verónica,
de Daniela, la niña, de la familia de cada uno, de la exnovia de Julián, del
papá de Daniela, de todos y cada uno de los personajes que se revelan ante nuestros
ojos con en el paso de Julián de una habitación a otra. Una composición textual
rica en intertextos y en la agilidad en la que se tejen otras historias dentro
de la historia principal, en todos los tiempos, todo se mueve menos Julián que
siempre está esperando, Daniela que está dormida y Verónica que no llega. Todo
se mueve y no se mueve, salta de un lado a otro para hablar de temas del
cotidiano, y otros trascendentales que se obvian en lo cotidiano o se
naturalizan tales como la muerte, lo que siempre quisimos ser y ya no fuimos, la
música que acompaña nuestros momentos.
Todo lo anterior, hace que la
musicalidad y la precisión de cada palabra sirvan para hilvanar una poética sencilla
y cotidiana. La historia de Julián no solo es verosímil sino que se acerca al diario vivir del amor real entre personas
que han tenido que sacrificar sus sueños y el drama de cada situación de vida
que se desborda en el interior de los hogares, sin conflictos, silencioso y
angustiante en la mente del personaje. Nos habla también de la historia de familias fragmentadas que se
salen del típico rol conservador de familia, del amor romántico con sus eternas
esperas y la resignación del día después cuando se sabe que ya quien se espera
no volverá. Por eso esta historia me conmovió, no solo por la sencillez y
cercanía en la experiencia vital de lo narrado sino también por la suavidad y
la agilidad del tratamiento lingüístico hasta poner al personaje como una voz
en off de sí mismo.
Mientras se lee “la vida privada de
los árboles” uno tiene la sensación de que eso que se está leyendo está pasando
en alguna parte, le puede pasar también a uno y el personaje también crea a sí
mismo varios universos en donde la gente habla sola con los árboles o sencillamente
escribe algo que desconocemos, pero que nos sugiere una ventana por donde nos
leemos a nostros mismos leyendo.
No he leído aún la novela Bonsái, la primera del mismo autor, pero
encontré el símil que hace Zambra, a través de la voz de Julián, entre escribir
y cuidar un bonsái, el cuidado de estos diminutos árboles es todo un arte, la
minucia y la precisión de esta novela también lo son, sospecho que al leer “Bonsái”
me encontraré con ese árbol novela lleno de pequeños detalles, tal como lo es “La
vida privada de los árboles”. A mi
parecer Zambra deja rastros de lo que podría llamarse un arte poética, su
propia visión sobre el oficio del escritor,
cuando establece esta relación con el personaje Julián quien deja secar
el bonsái que le regalan sus amigos para que por fin escriba, deja secar su
creación, pero su vida sigue y encuentra entonces a Verónica después de
terminar una mala relación.
De este modo, los árboles establecen
una referencia metafórica pues sobre ellos Julián crea otra historia dentro de la historia principal,
al tiempo que el escritor de domingo, como él mismo se denomina, intenta dormir a Daniela inventa cuentos sobre
árboles que están en el parque conociendo gente y hablando de las historias de
la gente. Estáticos como está Julián en su casa esperando a Verónica, los árboles
nos presentan otras vidas. Julián nos presenta su vida y la de todos a su
alrededor. Nos salta del pasado al presente y al futuro de la vida de Daniela,
nos presenta como se imagina él que ella crece, que ella algún día lee sus
manuscritos no publicados.
Julián es un árbol que va viendo
pasar su vida mientras espera a Verónica, Julián me hace sentir como un árbol que
está leyendo esa novela que él escribe mientras Zambra lo escribe, esa novela
donde yo imagino que incluye a Verónica, a Daniela y a todos nos incluye, aunque
ni siquiera sepamos si ella vuelve, en ese final abierto permanecen las páginas
pasando de un solo aliento mientras se escuchan y se viven las historias que hacen
la vida privada de los árboles.
Angélica Hoyos Guzmán
Angélica Hoyos Guzmán